Cuando muere el amor



La esencia de la vida es el cambio. Todo a nuestro alrededor nace, se desarrolla y por supuesto está sujeto a la decadencia y la posibilidad de la muerte. El amor no escapa a esa ley de la vida. Todo el que elige amar a otro ser humano debe saber con certeza que afronta la posibilidad de la muerte del amor y la separación.  El amor es mucho más que un sentimiento, es también un arte, lo que implica una disciplina para que se desarrolle y se sostenga; sin embargo, muchas veces ocurre que se estanca y muere. El problema radica en que el temor al cambio puede mantenernos atrapados en un no afrontar que la relación no está marchando bien. Vemos frecuentemente relaciones de pareja donde el deseo se ausenta. Muchas parejas conviven, pero sin compartir una verdadera comunicación: sin sueños, sin alegría y sin pasión. En el mejor de los casos dejan, sin darse cuenta, que el amor se congele y se convierta simplemente en una estructura práctica, especie de unidades administrativas/parentales que brindan un espacio confortable y seguro… aunque ya no sea una pareja sensual. Pero,  ¿qué pasa si alguno elige salir de esa calma muerte del amor?
La sugerencia mas ùtil sería afrontar con la pareja lo que sucede. No se trata de discutir, culpar o justificar, sino simplemente de expresar lo que se está sintiendo… o no sintiendo. Eso permite la elección de hacer algún movimiento: como buscar ayuda de pareja o hacer cambios que revitalicen la relación. Lo importante es no atraparse en el miedo al cambio y, sobre todo, no quedarse en la culpa. Ambos se han brindado una experiencia de vida y eso se debe honrar, agradecerse mutuamente lo vivido, aceptándolo tal como fue, sin juicios hacia nosotros mismos o el otro, ya que ambos participaron en la puesta en escena de esa obra; pero, existe la posibilidad de que esa experiencia se haya agotado. Si evitamos afrontar el dolor de una separación, la alternativa es vivir en una relación congelada o muerta. El dolor puede ser el de asumir que ya no nos aman, pero también el dolor de decirle al otro que ya no se le ama. El expresar nuestro genuino sentir es lo único que da una oportunidad para sanar la relación o para separarse sanamente.
 Todos tenemos la posibilidad de elegir vivir a plenitud. Si el amor acaba y la pareja asume con sinceridad plantear la separación, afrontaremos un duelo. No podemos atar a alguien que ya no desea compartir como pareja, con nuestra tristeza, amenazas destructivas o peor autodestructivas “Si me dejas te mato o me muero”. No podemos cargar a nadie con la responsabilidad de nuestra felicidad, cada uno es responsable de llenar su vida. ¿Se puede elegir mantener una relación de apoyo, compañía, una unidad parental administrativa, sin sexo? Claro que podemos, no está ni bien ni mal. Lo que es muy difícil, es acceder a la cama porque la pareja lo reclama sin sentirlo. La mayoría de las personas tienen la intención de que su relación de pareja sea duradera, pero a veces simplemente se muere el amor o han crecido en sentidos diferentes y se abren brechas, que llevan a la separación. La elección fundamental es asumir la propia vida, ser genuino con uno mismo y con el otro. Mi plenitud depende de mí, es mi responsabilidad y eso lo puedo compartir con otro… capaz de hacer eso por sí mismo también.
 
Dra. Tibaire Gonzàlez

Comentarios

  1. Muy cierto,sólo el que lo ha pasado y buscado ayuda, comprende y acepta estas "Verdades Amargas" y los que no prefieren quedarse en su ceguera slectiva cómodamente y después se preguntan porque han aumentado tantas enfermedades psiquiatricas, por soportar situaciones venenosas para su bienestar fisico-mental-emocional y espiritual VS "Las apariencias,la cultura, la crianza,la sociedad" Ctro Holistico SER(0416-994.81.72)

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