Psicoterapia en línea Dra. Tibaire Gonzalez

Como en todo cuento antiguo tengo dos madres, una buena y una mala… La que me amamanta y la que me mata, la misma y única madre dividida en dos.   Me cuentan de una patria buena y abundante, una de vida serena y sueños que se cumplen… Pero esa es hermana de otra de vidas rotas, de carencias, soledades y de hombres anónimos.   Somos hijos de esas dos férreas madres, y enfrentados por nuestras propias vidas, las invocamos como patrias inconexas para afirmar nuestro derecho a esta tierra.   Soy hija de aquella madre que escucha serena y de esa otra que grita, apabulla y ofende. Soy hija de la naturaleza fecunda de lluvias, pero también de la feroz sequía que todo quema.   Si entiendo que las dos patrias son una… Tal vez recuerde que también somos hermanos, Que no hay solo hadas en otras tierras y que mi tierra no es solamente una bruja.   Reunir a los dos madres en mi corazón implica reunir a mis hermanos también, Para integrarnos y reconstruir la tierra una,

Cada lunes me permito compartir ideas en una pequeña charla en vivo por Facebook. Esta semana me solicitaron hablar sobre el duelo de los inmigrantes y como pensaba hablar sobre la tristeza en general, pues decidí comentar algo sobre ese duelo en particular. Al verme dudar para escoger las palabras o evitar entrar en profundidades me doy cuenta de lo difícil que a veces resulta hablar de lo que también nos toca el corazón. Incluso un querido amigo me invitó a leer sobre el Síndrome de Ulises… como si fuera un tema ajeno las vicisitudes de sentirnos lanzados a tierra y mares ajenos, sometidos a diversos escollos y demandas en esa adaptación a una nueva vida. Como venezolana, arrastrada como muchos en una migración forzada para escapar de la violencia, el caos, la inenarrable destrucción de un país, el desabastecimiento y la pérdida de los derechos fundamentales de todo ser humano; he tenido que atender este duelo en los que partían, los que se quedaban atrás y en mi propio ent