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La maravilla de ser mujer

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Mi amada hija hoy cumples 23 años y te veo desarrollarte con la magia de una selva exuberante de vida y de sueños desplegándose constantemente. Te miro feliz y segura en tu vida de pareja, cumpliendo metas juntos, creando su propio universo compartido e invitando nuevos sueños para explorar. En este día quisiera compartir contigo un extracto de un viejo poema en el que expresaba el anhelo por la magia mayor de la feminidad. “…Aún titubeante se acercó al cofre donde el paciente Merlín dijo reposaba el regalo de la Reina.   No más grande que un puño y tallado en higuera silvestre, el cofre sobre su regazo se abrió lentamente con la certeza del momento preciso.   ¿Quién osa describir el regalo de una mujer a otra a través de las generaciones? ¿Es acaso una piedra preciosa y resistente, o será una canción de cuna que nutre y reúne las fuerzas sin nombre que crecen para integrar a un ser?   Tal vez sea una rosa de luz, que transmite con ancestral magia

Fuera del hoyo del conejo

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Es fascinante lanzarse a explorar la vasta profundidad escondida más allá del hoyo del conejo de Alicia en el país de las maravillas. Allí encontramos un increíble mundo interno poblado de múltiples aspectos de nosotros mismos, de nuestras pulsiones, de nuestros guiones y patrones de relación, vividos y grabados en el pasado. Descubrimos un mundo onírico y surrealista lleno de deseos, impulsos, temores, aspectos heridos y recursos internos para afrontar los retos de vivir. Podemos reconocer nuestras dudas, conflictos, fortalezas luminosas o sombras llenas de culpa, vergüenza y miedo. Podemos ver nuestra capacidad agresiva que defiende o destruye, personajes con cabezotas mentales, reinas todo buenas o todo malas, el tiempo corriendo apresurado o un sombrerero loco que cuestiona si somos genuinamente nosotros mismos o estamos atrapados en una matrix. Es un mundo fascinante sin duda, pero no puedes quedarte atrapado en el procesar o analizar indefinidamente. Al igual que Alicia sale al

Mamuchi

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  Mi amada Mamuchi acaba de hacer hacer su transición al otro lado del velo, para dejar una vida que disfrutó a plenitud, siempre cuidada, protegida y consentida por mi papi y amada por todos los que la conocieron. Mi mami no fue perfecta, ni un ángel en cada instante… mi mami fue toda una mujer, magnífica en la expresión de sus muchas facetas. Profundamente humana, intensa, apasionada por la vida y siempre conectada con el goce con todos sus sentidos. Es difícil de dibujar, posiblemente, porque encarna la esencia de lo femenino en su eterna transformación, y en su multiplicidad de aspectos. Apasionada en todo lo que emprendiera: estudios, búsqueda espiritual, pintura o esmalte, feminismo o ideas de avanzada, preparar un banquete o defender a una amiga. Jugando su competitividad la transformaba en Nato, un jugador agresivo capaz de vencer a todos en bolas criollas, en dominó o cartas y capaz de lanzarse como un ninja por encima de un mesón para arrebatarle las piezas de scrabble a mi

The Judgy

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The superego is one of the instances of personality described by Freud, whose function is comparable to that of an internal censor or judge. It is formed by the internalization of parental demands and prohibitions, becoming our moral conscience, which tells us what is right or wrong and what is outlawed. In addition, it includes the ideal of what we should be. That is, it fulfills the function of judge and model or ideal of our conduct. This internal censor has conscious and unconscious aspects, so many times we do not realize how it moves us and affects us. This necessary censorship instance can be transformed into a persecutory Judge who harasses you with unattainable demands. Nothing you do seems to be enough because the voice of the hypercritical judge whispers to you that you are not good, that you are insufficient, you are an imposter, a fraud, and others will notice it. You begin to feel guilty, ashamed, and full of anxiety, perceiving the people around you with looks of judgmen

El Juzgón

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  El superyó es una de las instancias de la personalidad descrita por Freud, cuya función es comparable a la de un censor o juez interno. Se forma por la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales, convirtiéndose en nuestra conciencia moral, la que nos dice lo que está bien o mal y lo que está proscrito. Además, incluye el ideal de lo que deberíamos ser. Es decir, cumple la función de juez y de modelo o ideal de nuestra conducta. Este censor interno tiene aspectos conscientes e inconscientes, por lo que muchas veces no nos damos cuenta de cómo nos mueve y nos afecta. Esta instancia censora necesaria puede transformarse en un Juzgón persecutorio que te acosa con exigencias inalcanzables. Nada de lo que haces parece ser suficiente porque la voz del juzgón te susurra que no eres bueno, que eres insuficiente, que eres un impostor, un fraude y que otros se van a dar cuenta. Comienzas a sentirte culpable, avergonzado y lleno de ansiedad, percibiendo las personas a tu alrede

Ser un adulto no apesta

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Mi  Amada hija, hoy cumples 21 años y por fin adquieres todos los derechos y deberes de un adulto en nuestro país adoptivo. Oficialmente estás volando independiente, haciendo tus elecciones y compartiendo el camino en pareja, con todas las maravillas y responsabilidades de la aventura de vivir. Mi experiencia y consejos estarán siempre para ti, pero sólo cuando tú me invites a revisar potenciales que podrías explorar, porque honro tu soberanía para crear tu experiencia de vida. En tu cumpleaños quisiera regalarte un par de ideas que me han sido útiles en mi propio camino. Cuídate de las expectativas . Nuestra mente está diseñada para ayudarnos a sobrevivir, pero a menudo nos succiona dentro de un laberinto mental en el que olvidamos que somos seres divinos y soberanos disfrutándonos la experiencia de vivir. Usamos la mente, es un dispositivo a nuestro servicio, pero no es eso lo que somos. Uno de esos programas mentales automáticos son las expectativas. Podemos tener expectativas apren

La culpa... mi pecado favorito

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  La culpa es la herramienta más efectiva para manipular al otro. Sin duda todos sufrimos el mordisco de la culpa que nos paraliza y obliga a permitir que otro nos maneje a su antojo y, por supuesto, también la hemos usado contra familiares, amigos o pareja. Ya saben como suena la culpa: “Yo que te he dado tanto y ahora tú… osas no complacerme en esto o aquello”. Hay una infinita variedad de reclamos en los que entregamos una contabilidad de cuánto dimos y, por lo tanto, de a cuánto asciende la deuda contraída con nosotros. Como si el amor fuera un banco con créditos, deudas al tanto por ciento y contratos de pertenencia. Por supuesto, uno espera reciprocidad en el amor pero ésas no son cuentas al tanto por ciento. Se trata, más bien, de relaciones entre adultos que eligen compartir de sí mismo con el otro, básicamente porque es natural, espontáneo y sabroso dar de mí cuando te amo y espero que el otro también ha de funcionar así. Y si no es así, me preguntaré ¿por qué estoy permitiénd