La culpa... mi pecado favorito


 La culpa es la herramienta más efectiva para manipular al otro. Sin duda todos sufrimos el mordisco de la culpa que nos paraliza y obliga a permitir que otro nos maneje a su antojo y, por supuesto, también la hemos usado contra familiares, amigos o pareja. Ya saben como suena la culpa: “Yo que te he dado tanto y ahora tú… osas no complacerme en esto o aquello”. Hay una infinita variedad de reclamos en los que entregamos una contabilidad de cuánto dimos y, por lo tanto, de a cuánto asciende la deuda contraída con nosotros. Como si el amor fuera un banco con créditos, deudas al tanto por ciento y contratos de pertenencia. Por supuesto, uno espera reciprocidad en el amor pero ésas no son cuentas al tanto por ciento. Se trata, más bien, de relaciones entre adultos que eligen compartir de sí mismo con el otro, básicamente porque es natural, espontáneo y sabroso dar de mí cuando te amo y espero que el otro también ha de funcionar así. Y si no es así, me preguntaré ¿por qué estoy permitiéndome la experiencia de un amor asimétrico; donde no hay reciprocidad, ni generosidad o interés en mí?... y elegir si éso es lo que quiero seguir experimentando. Si no quiero, siempre están las tres opciones: invitar a la pareja a mejorar algún aspecto; si no le interesa, puedo elegir aceptar esa situación o irme de esa relación.

Ahora, ¿cómo lidiar con la culpa? La única forma es entenderla como una especie de pantano en el que si te atrapas te irás hundiendo lentamente, sin mayor utilidad. La culpa es un sentimiento útil y sano sólo cuando la siento como una especie de campanilla que me invita a reflexionar sobre una conducta; reviso de qué se trata el reclamo  o la demanda de la otra persona y hago una elección. Ejemplo: “No mamá hoy no puedo llevarte al mercado, ya fuimos ayer y hoy tengo reunión con unas amigas” “¡Claro! tus amigas son más importantes que tu madre”. Campanilla, reflexiono sobre la situación concreta y elijo en base a lo que siento hacer y lo que pienso es adecuado: “No mami, no se trata de que no seas importante, pero hoy no siento ir al supermercado y no me siento culpable por eso. Bendición, te quiero mucho” Y, por favor, luego de decirlo tan bonito y firme, no se devuelvan al pantano de la rumiación de la culpa ante la mirada acusadora o el gesto de molestia del otro; es más fácil mirar en otra dirección para no alimentar ese juego de manipulación.

 

El otro aspecto de la culpa es cuando somos nosotros mismos los que nos atrapamos culpándonos por lo que hice, lo que dejé de hacer, lo que debería haber logrado, lo que no pude lograr que otros hicieran. La única forma de salirse de ese juego que nos enferma, nos deprime y nos atrapa en situaciones o relaciones tóxicas, es el amor con uno mismo. Es un me amo y me acepto incondicionalmente. Honro cada acierto y cada error que me ha traído a este punto en mi camino de SER. Amarse a uno mismo es como cuando se ama bien a un hijo. El que ha sentido el amor por un hijo, sabe como es ese amor incondicional, es un te amo porque te amo; no porque te ajustes a lo que espero, no porque logres esto o aquello, te amo a ti tal como eres y es un amor grandioso, gratis e incondicional. Si puedes lograr sentir ese amor o imaginarlo y después volverlo hacia ti mismo se transforma en un me amo porque me amo, porque me reconozco como arriesgado navegante que se atrevió a hacer esta travesía humana. Porque simplemente elijo aceptarme plenamente. Inevitablemente seguiré creciendo, mejorando, expandiéndome, siendo un poquito más sabio cada día; por lo tanto, qué sentido tiene juzgarme porque antes era menos sabio, amoroso o profundo. Me detengo un minuto en el ladrillo gris de la culpa, reviso, elijo, y doy un nuevo paso a un ladrillo amarillo preferiblemente. El camino de ladrillos amarillos no me lleva al Mago de Oz, me lleva a descubrir la magia que hay en mí, la que siempre estuvo conmigo desde el principio como las zapatillas de Dorothy, pero necesitabas andar el camino para descubrirte. Te invito a abrazarte, aceptándote incondicionalmente con todos tus aspectos: claros, oscuros o multicolores, ellos conforman el ser que hoy eres.


 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Estàs cultivando la sensualidad de tu relaciòn?

La maravilla de ser mujer

Mamuchi