Fuera del hoyo del conejo

Es fascinante lanzarse a explorar la vasta profundidad escondida más allá del hoyo del conejo de Alicia en el país de las maravillas. Allí encontramos un increíble mundo interno poblado de múltiples aspectos de nosotros mismos, de nuestras pulsiones, de nuestros guiones y patrones de relación, vividos y grabados en el pasado. Descubrimos un mundo onírico y surrealista lleno de deseos, impulsos, temores, aspectos heridos y recursos internos para afrontar los retos de vivir. Podemos reconocer nuestras dudas, conflictos, fortalezas luminosas o sombras llenas de culpa, vergüenza y miedo. Podemos ver nuestra capacidad agresiva que defiende o destruye, personajes con cabezotas mentales, reinas todo buenas o todo malas, el tiempo corriendo apresurado o un sombrerero loco que cuestiona si somos genuinamente nosotros mismos o estamos atrapados en una matrix. Es un mundo fascinante sin duda, pero no puedes quedarte atrapado en el procesar o analizar indefinidamente.

Al igual que Alicia sale al mundo real con mayor conciencia de quien es y qué quiere experimentar, nosotros salimos de la introspección o el procesamiento terapéutico, para hacernos cargo de nuestras vidas nuevamente. Si no, corremos el riesgo de quedarnos atrapados, de manera indefinida, en la corte de la reina de corazones; relamiendo heridas pasadas, exhibiendo defectos o culpas imaginarias, negando nuestra individual “muchosidad”. No debemos quedarnos atrapados revisando una y otra vez viejas encrucijadas con su carga de “si hubiera tomado otro sendero…”, ni acariciando heridas o carencias antiguas. Nos atrevemos a hacernos cargo de afrontar el dragón que nos trae claridad, cuando asumimos quebrar las limitaciones gritando al viento imposibilidades o potenciales por explorar, que nos liberan del laberinto mental.

Podemos volver a sumergirnos cada cierto tiempo en el hoyo reflexivo del conejo, pero para integrar aspectos que no habíamos visto, no para reprocesar incesantemente el pasado. Tenemos que salir al mundo de la acción donde podemos transitar nuevos senderos de experiencia, y decir: salgo del hoyo para vivir la libertad de ser quien soy y explorar lo que quiero experimentar. El pasado ya no es prisión mental, sino una comprensión liberadora. Salgo al mundo porque he aprendido a aceptar cada aspecto interno y elijo amarme en la acción de vivir plenamente, ahora y con todos mis sentidos. Puedo entonces, abrirme a otras dimensiones y potenciales más allá de la limitación humana, no porque escapo de mis tensiones internas, sino porque acepto en mí lo humano y lo divino de mi existencia.

Tibaire Cristina Gonzalez

 

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