Sentirse Bien

A veces “sentirse bien” se vuelve una prisión donde nos atrapamos con la fantasía de que tenemos que mantenernos siempre alegres, en paz, irradiando optimismo y con una especie de actitud de continuo éxito económico, social y espiritual… si no lo hacemos pensamos que estamos desconectados de nuestra fuente o peor aún que no somos dignos de las bondades del Universo y la misteriosa Ley de la Atracción nos va a castigar. Si en algún momento no nos sentimos “buenos” y llenos de todas las emociones positivas estaríamos de alguna manera fracasando ante la imagen de lo que se supone es ser un ser en un camino de desarrollo personal o maestría. El problema radica en que estaríamos negando un amplio espectro de nuestras emociones y juzgando nuestra exquisita sensibilidad humana, pensando que tenemos que componerla. Tal vez el detalle importante radica en qué hacemos cuando el miedo, la incertidumbre, la tristeza, la soledad, los anhelos o la falta de amor propio nos tocan la puerta del corazón. No puedo caminar en el amor hacia mí mismo si niego lo que siento, no puedo integrarme si dejo fuera aspectos de mí. La maestría no radica en quedarse en un insensible mas allá de los momentos oscuros, sino en abrazar los paisajes cambiantes de mi experiencia humana.

Creo que la idea no es transformar mi sensibilidad en un interminable mar en calma, sino salirse de los juegos de la víctima y el drama, para transformarme en el navegante de un océano de emociones y situaciones por explorar. Si mi mar estalla en tormenta, pues arrearé mis velas y me lanzaré de frente hacia las olas, sabiendo que soy el único amo y creador de mi destino. No pido afuera que calmen mis vientos, abro mis sentidos para respirar profundamente mis emociones, para sumergirme en su significado, para conocerme y amarme. Mi centro es eterno punto en calma, observando y reconociéndose a través del viaje del Navegante.

Tibaire Gonzalez

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