¿Es normal discutir con la pareja?




Cuando indago sobre la presencia de discusiones en una relaciòn, me responden con frases que gradúan el problema desde: “Bueno, lo normal que discuten las parejas” hasta “Todo el tiempo”. Yo me pregunto si eso de discutir poco o mucho ¿es “normal”? Si estuviera frente a ustedes les pediría que levantaran la mano aquellos que han llegado alguna vez a acuerdos  mutuamente satisfactorios en el calor de una discusión. La otra pregunta sería ¿por qué discuten? Seguramente ya conocen la respuesta… por tonterías. Por asuntos vagos, que ni siquiera logramos recordar. Así planteado discutir es mal negocio, pues además maltratamos y nos sentimos maltratados, incomprendidos y no escuchados. Muchos argumentaran que se tiene que defender un punto de vista cuando “se tiene la razón”. La verdad es que “tener la razón” es un asunto bastante discutible y que pierde todo sentido cuando se trata de imponer sobre otro adulto. La idea central es poder exponer mi visión PERSONAL sobre algún asunto y tratar de percibir con la mayor claridad posible lo que el otro intenta mostrarme desde su perspectiva; luego pensaremos en un acuerdo mutuamente satisfactorio. Discutir es elevar la voz, atropellar al otro con mis palabras, cerrando ojos, oídos y corazón. Una vez que la emoción de disgusto o agresión se apodera de mí, el Hulk emocional va a desbocarse sea en gritos, frases mordaces, negación de los sentimientos de mi interlocutor y sin duda con la capacidad de razonar ahogada en un barrial de amarga adrenalina.

 ¿Es posible evitar las discusiones? Por supuesto! simplemente implica disciplina, cortesía y asumir que cada uno es responsable de sus emociones, sin justificarnos diciendo que el otro provocó la explosión.  La mayoría de las personas que se lanzan en larguísimas cadenas de discusiones con su pareja, no tienden a perder el control en público o con amistades. Es un error creer que el matrimonio o el amor puede aguantar la falta de respeto y un ambiente agrio u hostil. Sé que como humanos somos cambiantes y nuestro estado afectivo puede ser como el clima, a veces dulce y cálido a veces tenso y tormentoso. Sin embargo puedo hacerme cargo de simplemente callarme y procesar a solas mi tormenta. Cuando el tono de voz comenzó a hacerse tenso o mi palabra desagradable es preferible hacer silencio (AMBOS), eso nos brinda la oportunidad de dar al otro una salida elegante para reparar y básicamente es un acuerdo maduro de esperar hasta que se calmen las aguas. Retomaremos el asunto cuando estemos en control de las emociones y claros en lo que queremos expresar. Insistir en “solucionar el asunto ahora”  es jugar con el tigre interno, con la certeza de que terminaremos lanzándonos zarpazos verbales. Mas tarde ese mismo día se puede retomar el reclamo, lo que también tiene su arte.

 La primera sugerencia para un buen reclamo es siempre ser precisos, describir lo mas claramente la situación actual que nos genera malestar en presente, sin encadenarla con toda suerte de situaciones pasadas y sin usar esas palabrejas eternas como: siempre, nunca o jamás. Es absurdo decir que la otra persona siempre o nunca hace algo… por definición entonces ese problema no tiene solución. Debemos tener presente que vamos a tocar un tema desagradable y un reclamo usualmente es desagradable para quien lo recibe, por lo que es prudente ser breves y respetuosos en nuestro planteamiento. ¿Para qué encadenarnos horas de horas girando en círculo en torno a un reclamo para “descargarnos” de la molestia”? Puedo expresar verbalmente cómo me siento, lo que no es adecuado es pretender maltratar al otro con mis palabras hasta que se me pase la molestia. Cada adulto debe procesar sus emociones, no lanzarlas sobre otro para descargarse.  Es preferible ser breve, específico, actual y muy importante… hablar en primera persona. Puedes empezar con una palabra amorosa “Mi amor quisiera expresarte algo… me sentí triste porque no me llamaste a primera hora por mi cumpleaños”. No se trata de que “NUNCA te acuerdas de mí”, especifico la situación (este cumpleaños y mi expectativa) y me hago cargo de lo que sentí sin decir “TÚ arruinaste mi cumpleaños”. Luego espero la respuesta del otro: “Lo siento mi amor, no pensé que esperabas que llamara temprano, quería sorprenderte con una serenata en la noche”. Luego, de aclarar  el pensamiento, la expectativa y la emoción brevemente, pueden pasar a hacer propuestas que sean satisfactorias para ambos. Una disculpa es suficiente, sobra el melodrama que te haga sentir lo terriblemente arrepentido que deberías estar, es un asunto de elegancia. Por último, el reclamo además de breve debería ser ocasional y yo considero que un reclamo por semana ya es mas que ocasional. El tono habitual de la comunicación en la pareja debería ser espontáneo, agradable, relajado, de mutua admiración y agradecimiento por las pequeñas cosas diarias, para que el amor prospere.

 

Dra. Tibaire Cristina G. L.

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Estàs cultivando la sensualidad de tu relaciòn?

La maravilla de ser mujer

Mamuchi