¿Hacia dónde va el Amor?


Es relativamente fácil describir de dónde viene el amor, en cuanto a cual era el modelo general de lo esperado al vivir en pareja. Nos movemos en el resultado de milenios de cultura dentro de un modelo patriarcal. La idea de la mujer sujeta al hombre y éste como el cabeza de familia definía los roles de cada uno y las expectativas sobre esa unión, lo cual facilitaba saber qué se esperaba de cada miembro de una pareja. Posiblemente enraizados en nuestra evolución con tareas diversas para el hombre y la mujer, además del efecto de la cultura y sus religiones, se esperaba del hombre un papel de proveedor (cazador), protector por su mayor fuerza y por tanto con un rol que le daba mayor valor, poder de acción y decisión; mientras que la mujer en su función de gestar y criar desarrolló mas ampliamente su capacidad de establecer relaciones estables, cuidar y manejar códigos de comunicación, lo que garantizaba su supervivencia y la de sus hijos; pero que también la ubicaba en una posición mas sumisa y dependiente. En los matrimonios contemporáneos esa complementaridad de tareas cuidados- relación vs provisión-protección se trastocan porque tanto hombre como mujer actualmente son capaces de trabajar, vivir de forma independiente y proveerse a sí mismos de cuidados hogareños y afectivos. Los viejos mandatos de unirse en pareja para procrear se debilitan, porque no todo el mundo se siente obligado o deseoso de casarse y tener hijos para sentirse realizado. A esto se suma el hecho de que la mujer al alcanzar su independencia económica al poder trabajar no se siente obligada a tolerar relaciones insatisfactoria o abusivas por su propia supervivencia o la de sus hijos. Entonces, ¿hacia dónde va el amor?

Lentamente nos vamos saliendo de la dependencia y de la angustia de perder al otro porque le “necesitamos” para dirigirnos hacia nuevas razones para compartir el camino. No se trata ya de supervivencia económica, provisión, protección o cuidados afectivos que uno u otro dispensan, sino de algo mas profundo y expansivo dentro del amor. Comparto la vida con otro Ser, al que reconozco tan individual, autónomo e independiente como yo mismo/a, pero con quien elijo viajar por la vida sin depender. Es un reto nuevo y grandioso donde los viejos manuales del amor en pareja pierden vigencia.” No soy tuya, no eres mío”, no tengo que controlarte, poseerte ni  luchar para que te adaptes al guión que quiero inconscientemente reeditar contigo, para revivir los mismos patrones de relación que incorporé con mis padres. Es difícil comprender y soltar esos viejos patrones porque desconocemos gran parte de esas grabaciones de la infancia que yacen inconscientes; sin embargo resulta apasionante el atreverse a entender el por qué de las relaciones que me he brindado o negado. Es un asunto de autoconocimiento, pero no se puede acceder a esta sabiduría, si no asumo primero la responsabilidad por cada experiencia que yo me he brindado a mí mismo/a.  Sólo cuando me pregunto sobre mi vida con absoluta responsabilidad y empoderamiento, es decir saliéndome de la víctima que dice “por qué a mí?” y en lugar de eso me pregunto con genuina y respetuosa curiosidad hacia mis propias vivencias, ¿Por qué Yo me brindé una experiencia como esta? Se abre así un abanico impresionante de posibilidades de comprender mi vida y replantearme lo que quiero explorar a continuación.  El estar en pareja es una experiencia potenciada de explorar Quien Soy? junto a alguien que también está jugando al escondite consigo mismo. El estar en pareja nunca es “un fracaso” porque no duró hasta que la muerte los separe. Es simplemente la experiencia compartida de dos seres tratando de recordar ¿Quién Soy?  Y el ¿Por qué nos estamos dando este grandioso viaje humano? Tratando de conocerse y autoreconocerse en ese crisol intenso de vivir en pareja.

El amor se dirige hacia una conciencia mayor, en la que el estar en pareja implica un  reconocimiento mayor de esa individualidad como Seres embarcados hace mucho tiempo en el deseo de autodescubrir su esencia y naturaleza en un antiguo viaje, donde mas allá de la garantía de la duración,  importa esa curiosidad trascendente de descubrirme descubriéndote… por ahora juntos.

Tibaire C. González L.

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