¿Se puede superar la infidelidad?
Acostumbramos
a juntar en un mismo saco los celos y la infidelidad, sin embargo son dos
categorías distintas. Los celos son la sospecha y la duda sobre la lealtad
amorosa de la pareja, a la que se somete a un juicio imaginario, donde se le acusa
de un crimen que tal vez pueda cometer. Los celos no son una expresión del
amor sino de la inseguridad; son una falta de respeto a la pareja y se traducen
usualmente en maltrato verbal y control. La infidelidad en cambio es afrontar
un hecho real, no un juego de suposiciones. Cada pareja define de forma tácita
o explicita un compromiso que puede incluir exclusividad sexual, afectiva o
ambas. Actualmente, en tiempos de redes sociales, se podría incluir también la
fidelidad virtual. Faltar a ese contrato
establecido entre dos personas es una infidelidad. Cuando eso ocurre se produce
una herida, que desata respuestas de reproches, ira y dolor. Sin embargo, aún
desde la mas profunda decepción, debemos recordar que el compañero no es una
posesión o una extensión de uno mismo. El dolor y la ira no justifican la
agresión y menos el maltrato de otros en relación con la pareja. No se
justifica involucrar a los hijos, familiares o amigos para hacer un coro de
reproches contra el infiel. Pareja es un asunto de dos, de nadie mas.
Es
imposible reducir a alguna fórmula el problema de la infidelidad. Cada pareja
tiene una historia, unas circunstancias y un camino personal recorrido. No se
trata de perdonar o no, sino de comprender lo qué significa esa experiencia de traición
y qué elegimos hacer. Esta palabra es la clave “elección”. Yo puedo, luego de revisar nuestra historia, causas y
razones, elegir continuar la relación; también puedo elegir terminarla, si
llego a la conclusión de que la infidelidad se instala sobre una cadena de vacíos
y desencuentros. Lo que sea que elija implica asumir plenamente mi decisión y
una disciplina para lograrlo. A veces una infidelidad es una oportunidad para
revisar una relación, que nos permite elevar su funcionamiento, compromiso y
amor a un nivel superior. Si decido continuar, debo asumir que estoy eligiendo confiar en un nuevo compromiso. No
puedo permitirme reeditar una factura que se pasa una y otra vez, con reclamos,
ofensas, dudas o conductas tóxicas. Si se repite la traición simplemente volveré
a plantearme una nueva elección. Nunca hay garantías sino elecciones
personales. No puedo prometer el futuro a nadie porque no sé quien seré o sentiré
mañana, tampoco puedo esperar garantías o promesas sobre el futuro de otro.
Debe haber una última conversación, preferiblemente corta, sincera y que no
remede un juicio ni un interrogatorio. Simplemente una conversación para
intentar comprendernos y luego de elegir, queda absolutamente cerrada, no se
volverá a reabrir.
El
que se enreda en otra relación también debe revisarse a sí mismo y hacer su
elección. Se trata acaso de que su relación formal se ha agotado, se ha llenado
de silencios, vacíos o carencias y la infidelidad le ayuda a darse cuenta de
esa realidad; o se trata sólo de un juego emocionante reiterativo expresión de
su naturaleza inestable en el amor? Cualquiera que sea su respuesta, la crisis
que trae la infidelidad termina obligándole a asumir una definición propia o
impuesta por el otro, con su carga de dolor personal y ajeno.
Sólo
resta recordar que no podemos imponer la fidelidad, ni podemos pretender
cambiar a nadie. Simplemente elegimos nuestros propios pasos y podemos compartir
el camino con otro que camine en la misma dirección.
Dra. Tibaire Gonzàlez
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