Duelo


Un duelo es un proceso natural de adaptación mental, emocional y espiritual ante una pérdida significativa en nuestra vida. Esta pérdida puede ser la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación, una pérdida económica, de un trabajo, de un rol social o hasta de un país porque se ha tenido que emigrar forzosamente. Mucho se ha escrito sobre las fases del duelo: Negación, negociación, ira, depresión y aceptación; y mucho se puede decir sobre el proceso de elaboración del duelo y sobre duelos patológicos. Sólo quisiera compartir una breve reflexión.

Un duelo te envuelve como una rugiente tormenta en el océano. Súbitamente no hay horizonte, no hay estrellas, sólo inmensas olas que te bañan en helado dolor, miedo y desesperación. Te encuentras con tus viejos fantasmas, antiguas heridas reabiertas y estás solo, aferrado al timón de tu barca humana, sintiendo el crujido de la madera ante el embate de un océano emocional. Como en una tormenta, no hay tiempo para pensar en nada que no sea tratar de afrontar una ola a la vez, sumergiéndote en lo que sientes para luego salir a flote, confiando en que en algún momento comenzará a amainar y serán mas largos los espacios entre cada ola de tristeza.

Una vez vi a dos hombres mayores, uno afrontando la pérdida de un hijo con toda su familia en un terrible accidente y el otro quien había perdido tiempo atrás a su hijo. Este se acercó, puso su mano en el hombro del amigo y le dijo “No hay palabras…” y ambos se quedaron allí compartiendo un silencio empático ante la enormidad de la pérdida. Ante un duelo las personas que nos aman van a querer apoyarnos con hermosos consejos, palabras de sabiduría personal o de sus conocimientos espirituales o filosóficos. Es comprensible la intención de consolar y sin duda es producto del amor, sin embargo, también es importante el silencio y la presencia serena que puede acompañar y honrar la íntima tormenta que el otro vive.

Siempre he sido mas partidaria del silencio y las preguntas, que de ofrecer respuestas. Las preguntas y la escucha permiten al otro elaborar lo que siente, expresar sus emociones, nombrar a sus fantasmas y heridas. Acompañar y contener es poder escuchar sin apresurarnos a tratar de espantar el dolor. Todos inevitablemente afrontamos duelos a lo largo de nuestra vida. Todos en algún momento nos preguntamos si el dolor pasará, si resistiremos la tormenta o naufragaremos y si algún día volveremos a reír o a amar otra vez. Tal vez lo más importante en un proceso de duelo es recordarnos tener paciencia y confiar en ese faro interno, que nos recuerda “Yo existo, yo me amo y yo elijo la vida”. Todas las tormentas pasan… esta también pasará.

Tibaire Cristina G. L.

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