B.B. y el náufrago
¿Podría
un morrocoy salvar la vida de un hombre?
Yo
estoy segura de que sí es posible.
Mi
mamá trabaja en un lugar muy extraño, un hospital para pacientes con enfermedades
mentales… ella no quiere que diga que son locos en un manicomio, pero esa es la
verdad. No es tan feo como se imaginan porque está repartido por una montaña
boscosa y fresca. Los viejos edificios de paredes desconchadas, con rejas retorcidas y bombillos colgando de
cables enredados en tirro; parecían destartalados barcos encallados en esa
montaña. Las puertas no estaban muy cerradas, pero al parecer nadie tenía la
intención de escaparse de ese triste lugar. Algunas tardes cuando mi mamá estaba
de guardia, mi papá me llevaba a visitarla y nos sentábamos en un jardín donde
paseaban los pacientes. Allí conocí a Joaquín, un paciente que tenía muchos
años viviendo en el hospital. Era un extranjero con los ojos azul clarito, con
una larga melena blanca y desordenada que se continuaba con una barba que
parecía una enredada selva de nieve. La ropa se le había decolorado y
envejecido sobre su cuerpo, sin que se la cambiara desde que entró a ese lugar;
y es que él era el único paciente al que le permitían nunca bañarse. Con sus
dedos amarillos de fumar, igual que sus dientes, parecía un naufrago viviendo
en un barco encallado.
- Mi linda, a veces el amor se convierte en locura y las personas llegan a hacer cosas terribles. Le pasó a Joaquín y no pudo comprender ni perdonarse lo ocurrido; por eso se despegó de la realidad… como uno de esos grandes globos aerostáticos cuando les sueltan las amarras. Su cuerpo y su inteligencia se quedaron aquí, pero su alma hermosa está flotando muy lejos. Nadie sabe como traerlo de vuelta y tampoco saben qué hacer con él: dejarlo en este hospital, en una prisión o en libertad.
-Ahora
eres el papá de B.B. y tienes que cuidarla con cariño. La enseñas a bañarse, a
tener su cajita limpia y a comer de su plato; también puede bañarse contigo. Yo
me baño con mi mami y jugamos con el jabón, nos ponemos cremitas perfumadas y
así se aprende bonito el amor en la piel. Mamá dice que el amor sana todo. Tu
también te puedes dar amor y a B.B.… si quieres te traigo cremita la próxima
vez.
Llegó
el día de Navidad y mi mamá estaba de guardia, así que fuimos a visitarla.
Joaquín había preparado una cena sorpresa en el pabellón de hombres. Yo no
podía entrar, pero mi mamá me contó que había comida muy rica, torta y hasta un
vino en cajita de cartón para celebrar la Navidad. Joaquín se había cortado su
larga barba y se veía mas joven y elegante. Me dio un besito en la frente y me
entregó una caja con un gran lazo. La abrí y lo abracé muy contenta al
encontrar una caja enorme de colores y un cuaderno para dibujar. Me dijo:
Le
di las gracias, le dije que olía tan bonito como los pinos de Navidad y le
ofrecí regalarle unos dibujos de sueños. Y así fue; cada semana le llevaba un
dibujo sobre el hospital que parecía un barco encallado, la bella B.B. y mi
amigo el naufrago volando lejos en un globo con muchos colores alegres. Creo
que ese sueño se cumplió.
Un
día me enteré que su familia había venido a buscarlo y se lo llevaron de
regreso a su tierra. Me puse un poco triste porque no pude despedirme, pero
luego me alegré de que ahora volara libre y feliz. Yo estoy segurita de que fue
B.B. la que salvó a mi amigo el naufrago y le devolvió la cordura a su vida.
Creo que el amor puede volverse una locura, pero también puede curar de una y
el amor por B.B. se fue trayendo poco a poco de vuelta el alma de Joaquín para
anclarse otra vez en la vida…y mamá tenía razón, era tan hermosa como un globo
aerostático.
Tibaire González
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