Mamuchi

 

Mi amada Mamuchi acaba de hacer hacer su transición al otro lado del velo, para dejar una vida que disfrutó a plenitud, siempre cuidada, protegida y consentida por mi papi y amada por todos los que la conocieron.

Mi mami no fue perfecta, ni un ángel en cada instante… mi mami fue toda una mujer, magnífica en la expresión de sus muchas facetas. Profundamente humana, intensa, apasionada por la vida y siempre conectada con el goce con todos sus sentidos. Es difícil de dibujar, posiblemente, porque encarna la esencia de lo femenino en su eterna transformación, y en su multiplicidad de aspectos. Apasionada en todo lo que emprendiera: estudios, búsqueda espiritual, pintura o esmalte, feminismo o ideas de avanzada, preparar un banquete o defender a una amiga. Jugando su competitividad la transformaba en Nato, un jugador agresivo capaz de vencer a todos en bolas criollas, en dominó o cartas y capaz de lanzarse como un ninja por encima de un mesón para arrebatarle las piezas de scrabble a mi hermano, si pensaba que estaba haciendo trampa. Podía ser el ser más amoroso, acogiendo al que entraba en su círculo como hijos adoptivos a los que cuidaba, consentía y acompañaba nutriendo su desarrollo personal. Podía ser tan caprichosamente demandante como profundamente filosófica, comprensiva y conciliadora o perfectamente capaz de tocar las teclas para hacer explotar a cualquiera. Coqueta y espiritual, vanidosa y humilde, maternal y seductora... mi Mamuchi era un absoluto caleidoscopio de lo humano y femenino. Siempre admiré su capacidad para vivir el presente y para estar conectada con su cuerpo, con su sensualidad, con su disfrute de la vida en todas sus posibilidades: los sabores, los olores, la estética, los juegos, las conversaciones estimulantes y las relaciones humanas. Juntas compartimos aventuras en la búsqueda trascendente, en el aprendizaje del amor, en la expresión artística y sobre todo en el arte de vivir.

Mamuchi superó las limitaciones de su tiempo y crianza para acompañarnos en nuestro crecimiento, permitiéndonos ser en libertad, con amor, guía, respeto y los límites necesarios, lo que agradezco inmensamente. Ha sido un maravilloso privilegio tenerla como madre y deseo podamos sigamos entrelazando nuestros senderos en este mundo y en otras dimensiones. ¡Feliz viaje mi Mamuchi amada!