El Misterio del Amor
Hace ya mucho tiempo viví un gran amor; amé y fui amada de la forma más
hermosa, profunda y poética, de la que aún conservo mi amor por las estrellas.
Fue un romance lleno de toda la ilusión, entrega y descubrimiento de amantes debutantes.
Sin quejas, sin conflictos y con todo a nuestro favor nos comprometimos… sin
embargo, no sé cómo ni por qué mi flama se fue extinguiendo. Intenté lo que
sabía para reavivarla, pero al final de muchas lágrimas expresé lo que sentía y
lo que no sentía. No sabía mucho de lo que ahora sé, por experiencia de vida o
profesión, pero sin duda estaba segura de que no había reclamo alguno que
justificara mi partida y no intenté inventarme una racionalización para aliviar
mi culpa por causar esa tristeza a alguien que aún amaba.
Pareciera que si un amor no se prolonga en el tiempo, no existió y
careció de realidad. Yo no lo pienso así. Es como en el mundo de los cuentos,
donde cada fantasía escrita tiene su vida propia que se representa una y otra
vez a sí misma en una sala de cine tridimensional; en la que cada personaje
existe… o existió, dejando una huella en nuestra alma. Creo incluso que hay
muchas versiones potenciales del mismo cuento. En una historia nunca nos
conocimos, en otra continuamos juntos, en otras quien sabe… y la imaginación
nos muestra infinitas facetas posibles sobre este juego maravilloso de Ser
Humano.
Tengo múltiples niveles de explicación biológicos, psicológicos o
filosóficos sobre por qué un amor crece o se extingue; sin embargo, también
tengo un nivel en blanco donde el amor, el misterio y la magia se tocan. No
podemos pretender explicar todo con la simple lógica o sumatoria de causas. A
veces me han acusado de ser “pro divorcio”… para nada soy pro algo que no sea
aclarar la propia verdad. Soy pro ser genuino y ser responsable de uno mismo.
Curiosamente las pocas personas que me han acusado de eso son todas hombres. Se
me ocurre que tal vez los hombres son mas proclives a la fantasía de que el
amor es como un carro que te pertenece que llevas al mecánico y que éste debería
tener la habilidad de hacer funcionar al acomodar alguna pieza. Quizás las
mujeres comprenden mas fácilmente que los sentimientos no se pueden ordenar
como una serie de piezas y que a veces, aunque todo funcione correctamente, existe
una dinámica que escapa a la lógica y que sólo responde a la magia mayor del
amor. No piensen que es una descalificación de lo masculino, simplemente creo
que nos complementamos en la comprensión del sentir y en el hacer. Mi comprender
y hacer terapéutico, muchas veces se detiene impotente ante la realidad del
sentir o no sentir.
Aún hoy en día me siento con una mezcolanza de tristeza, dulzura y
nostalgia al recordar encrucijadas de elección o despedida. Veo la que soy y es
producto de tantos caminos de amor y desamor, de insondables soledades y de
encuentros multicolores. No me arrepiento de los pasos de mi camino que me han
llevado hasta la que hoy despierta, cada uno fue nota necesaria en esta
sinfonía personal.
Si pudiera ayudar a ver los encuentros de alma no como logros en si
mismos por el destino conjunto en algún imaginario puerto final, sino como notas
que vibran para crear acordes o disonancias que construyen una canción personal
en evolución… mi trabajo de vida como terapeuta ya estaría satisfecho en gran
medida. Honrar lo vivido y compartido es reconocer cómo nuestras melodías se entrelazan,
a veces una y otra vez, para recordarnos quienes somos en realidad.
Tibaire Cristina G. L.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminar